sábado, 31 de enero de 2009

Reset

Una rendija de luz.
Chirrían las bisagras.
Me derramo al piso.

Como siento la garganta menguada y opone resitencia a la inspiración, me cuido de no olvidar el móvil, por si requiriera auxilio.

La hierba está empantanada; y la gravilla, embarrada y encharcada.
Apenas hay corredores y cualquiera de paso, es hacia su comedor. Yo no tengo prisa.

Mi cuerpo está pesado, pero ésto no es nada comparado con cuando de chinorri corría en la cocina, en la baldosa de al lado del fogón, a ritmo del "Spotlight kid" del Blackmore.
Me impulso, enrojezco y sudo, dentro de mi chaquetilla curra. Aprieto puños y dientes.
Suena una llamada, pero tengo por costumbre no contestar al teléfono mientras jadeo.