domingo, 30 de diciembre de 2007

Resurgiendo de mis cenizas

La falta de entrenos para no potenciar la fiebre, virus, infección y restablecer el estado muscular me tenía desolada.
No servía de nada contar los días. Mi ánimo caía por la improducción de endorfinas y por la idea de que el tiempo y el esfuerzo invertidos se estaban yendo al garete.

Pero llené medio equipaje con las zapas y ropa de correr, y entré en el bus. Era inevitable caer dormida y también lo era despertar con la vibración del cristal en mi cabeza.
Horas infinitas de sueño y, por la mañana, con dolores dorsales de hiperdescanso, y el conocido suceso nalgar, me eché a una calle con hipotemperaturas de 2 a 5ºC al sol.

El deseo de saber de la ciudad me hizo olvidar lesiones y fríos. Me convertí en una cámara, en una grabadora, en un detector, un cuaderno en blanco, sobre raíles.

El pulcro y ordenado puerto deportivo, los coloristas barcos pesqueros, el suelo limpio de cáscaras de karrakelas, alfileres, cucuruchos, turistas, traineras.
Pisé el techo de tiburones, peces globo, manta..., no corrí dentro de un bucle de agua de mar, pero recordé la curiosidad del tradicional juego foráneo de tentar la suerte con las gigantes olas de septiembre, y las silvestres gradas de burlones espectadores.
Un Wailer y su madrugador bebé en sillita, el acolchado bidegorri (camino rojo para bicicletas), una rejilla metálica delicia de admiradores de Marilyn, una corredora, algún surfer, monopatinadores; la corredora, el Wailer y su bebé. Caigo en la cuenta de que le acompañan. Tal vez se apoyan mutuos, en el concierto, en la carrera, en su crecimento...
Diez kilómetros, una hora de bis a bis con la ciudad. La afección glútea, extendida hasta el revés de la rodilla, más una faringitis galopante.

Y el conductor de mi regreso debió de pensar que todo el día iba a ser una guasa torturadora: los múltiples ocupantes para la misma plaza, la viajera-barricada, la película en inglés y subtítulos en francés, los niños-aspirantes a viajeros-barricada, la berreante palmera con cascos...

Después del alegrón por los 10 km. sin retrocesos significativos, no podía renunciar a la única San Silvestre que podía correr: día 30 de diciembre y 11:30 A.M. 4,2 Km. en una carrera de urbanización.
Llego con prudente antelación para inscribirme y calentar. Los montoncitos de niños pequeños con padres entorno a la salida-meta impregnan mi inconsciente, y al cabo de media hora, tras empezar a calentar, pregunto si luego ya corremos los mayores.
La prueba se calcula para las 12:45. Me quedo, por si se adelanta...

Procuro no desgastarme, no enfriarme, pasar desapercibida, hacer el normal... pero algo debo hacer mal. Desconocidos me saludan.
Para mí que la gente cree que voy a ser una competidora fuerte, hasta que me ven llegar la última. No sé qué les hace pensar eso.

La megafonía me amedrenta diciendo que entre nosotros está un renombrado ultrafondista, no sé qué otro ganador internacional, que es una prueba de nivel alto, que se congratulan de que empecemos a participar populares, y mujeres...
¿Y las veteranas marujas ociosas de urbanización y de correr tontorrón que habíamos quedado se me ponían, dónde están?

Nos llaman a la salida; yo acudo silbando y mirando hacia el cielo, dejando pasar a todo el mundo, rezagándome. Hacen la señal, y creo que oí gritos como de combate.
Al poco de salir cuesta abajo y a pleno rendimiento, ya estoy jadeando moribunda. Pienso en abandonar, me queman los muslos, pero me invito a alcanzar el giro de vuelta, y según eso, decidir.
Última o penúltima participante alternativamente, me da pena ver a mis tres discretos seguidores, solos, en un recodo. Y yo a ellos.
No termino de llegar, y la cuesta del 8% no es un incentivo. No quiero saber, no quiero mirar. Orejera vertical. Tipi, tapa, tipi, tapa... (pequeños pasos constantes).
Ascensión concluída y 60 metros llanos para esprintar contra mi tiempo.
En la zona de frenado, me despojan de imperdibles y dorsal; me equipan con un botellín de agua al que hago el vacío (en el buen sentido de la expresión).

Salgo a cámara rápida y estiro en el coche lo que se puede mientras se conduce. Aparco. Abro.
-¿Qué te pasó?
-¿Por qué? ¿Qué hora es? ¡Ah, y diez...!
(Estiro un poco más en el bordillo del plato de la ducha y en el lavabo)

lunes, 17 de diciembre de 2007

Mis hangares

No estoy corriendo.
Quiero decir, además de no tener un dispositivo, habilidad y capacidad para cargar un portátil y teclearlo mientras corro, llevo más de una semana sin correr.

Me felicito por mi suerte de simultanear contrariedades como una gripe no coincidente con la de la cepa correspondiente a mi vacuna, y un algo molesto en un músculo pernil.

Este sábado es la carrera de 8 Km. de Castrillón. Me inscribí en cuanto se abrió el plazo. Y correrla, me compensaría de sobra, de no poder hacerlo en ninguna San Silvestre de este fin de año.

Con fiebre antes del miércoles, no entrenaré. Y, de curarme, podría intentar participar en la carrera hasta el final, mientras no vea peligrar esa cosa del musloculo.

Porque... ¿es deshonroso abandonar, tardar, ser último? ¿es imprescible no recular en resistencia, velocidad, aguante sufridor?

Esta escala podría valerme para actualizar formación del tema, para planificarme algo asequible, y para implantación de sistemas técnicos (léase fore entre otros)

Aprovecho para encabezar la entrada con esa foto que creía inextraíble de la cámara y con que quise ilustrar "Deportiva Euskadi".

lunes, 3 de diciembre de 2007

Tenía prisa

Creía no tener tiempo para una de las carreras que tenían lugar el sábado pasado, aquí en Gijón o "cercanías" (Asturias).
Me aventuré a acercarme a la playa de San Lorenzo para participar en la 8ª Carrera Popular Anti-sida. En 45 minutos, a partir de la hora teórica de comienzo, tendría que irme de allí.

Llegué con adelanto para calentar con dedicación inusual por mi parte (ahora que ya soy capaz de correr hasta 14 Km. puedo calentar lo suficiente como para hacer los 3 kilómetros de competición en mi pleno esplendor). Ya llegaban a meta, las hordas de niños bulliciosos y preparaban su salida los patinadores.

Nos amontonamos en la salida (estrenaba yo posición media-delantera) de salida, y pasados cuatro minutos de la salida, la voz en megafonía insistía en reclutar más participantes espontáneos.
No recuerdo la señal, pero aquello fue como la apertura de unos grandes almacenes el 2 ó 3 de Enero. Estampida y gritos de batalla en la noche.

Creo que corrí lo más que, por ahora, puedo permitirme hacerlo para mantenerlo durante esa distancia (que yo tengo registrada como 2.55 Km) y tiempo (13 minutos 22 segundos); que mi velocidad y frecuencia cardíaca medias (5'14 min/Km y 174 ppm) no andaban lejos de las máximas que alcancé (3'56 min/Km y 182 ppm).

El riego sanguíneo cerebral me impidió fijar el discurso de la megafonía a mi entrada en meta, o la prisa por recoger bártulos (bolsa con "bollín preñao" -ya me podía haber intercambiado talla con el camisetón...- y otros).

Y marché.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Correr por sensaciones

Me he despertado en su abrazo, que ceñía mi pecho. Y con eso, yo he tenido bastante abrigo.
Le he mirado por encima de mi cadera, interesada en qué tendría que decirme: 50, 44, 68 pulsaciones por minuto. ¡Estás un poco confuso, encanto...!

Me visto con calma las prendas (que están) en el estante, y salgo hacia el edén de mis zancadas.
No quedan restos del par de piezas de fruta y algo más que ingerí, en mis canales.
Hoy prohibo al viento frío circular por mis pantalones. Y no sé qué tricotado tendrán mis calcetines largos nuevos, que siento como unas melenas que alcanzan mis tobillos, y me depilé ayer...

Empiezo suave la carrera y ya noto la bocanada de calor que asomo. Noto el microclima en mi chubasquero, y las mareas de sangre que avanzan y retroceden en mis venas, al vaivén de mis brazos impulsores.
Entonces caigo en la cuenta de que la vacuna de ayer, debe de estar expandiéndose hasta el último capilar de mi carne. Luego, me explico la hazaña de mis velocidades hoy: padecer estafilococos siempre me ha dado la risa floja y gratificaciones similares.

Corro; los digitos kilométricos se van distanciando. Pero si yo fuera una liebre sobre la barandilla (los postes indicadores están a pie de barandilla), lo clavaba.
Corro; pienso en sobrenombrarme "la castigada": ¡tantas vueltas antes de que lleguen y marchen unos y otros...!
Corro; el viento del nordeste sólo sopla cuando me encaro al mar, pone las palmas de sus manos en mis hombros. Pero yo pateo en el sitio. Refrigero mis motores.
Corro; absorbo el agua embarrada con el chapoteo de mis pies.
Sé que puedo correr más. Mis piernas se convierten en fuertes columnas de marmol. Mi corazón bombea a buen rendimiento. Mis pulmones ceden y relajan al máximo serenamente.
Piso firme, tobillos seguros, sin necesidad de reequilibrios y compensaciones, sin requiebros para volver a componer mi postura.
Hasta la meta, la línea que se antoja suficiente en mis progresos.
Y camino. Camino como Armstrong cuando alunizó, como Armstrong cuando hinchaba sus carrillos para soplar su trompeta.

Contra el árbol, desato mis tensiones acumuladas. En el banco, enredo mis piernas más discretamente de lo que gustara.
Estrecho la barandilla en la palma de la mano y siento un cromo de humedad. En momentos así, Hitchcock le hubiera dado otro enfoque a su "Los pájaros" y tal vez lo hubiera titulado, "Los corredores"...

lunes, 19 de noviembre de 2007

¡Monitorízame toda!

Seguí la ruta indicada por mi lista de la compra y tras ello, me dirigí como he pasado a acostumbrar, a contemplar la hoja que contiene la ficha del forerunner y el aviso de que se compra bajo pedido.
Pero no veo esta última anotación y, en la vitrina, un destello púrpura me deslumbra.
En... objeto, "in live" ante mí.

No me centro y reclamo a la reponedora para que me explique las utilidades ausentes: nada imprescindible ni extaordinariamente ventajoso.
Incide en la importante bajada de precio, y el motivo: la cancelación del cliente que lo encargó. Fuera de sospecha. Además puedo echarme atrás sin problemas, me devolverían en metálico todo lo pagado.
Lo pruebo y la chica me deja ahí, escorada (qué grande es el fore este, aunque ligero) hacia la izquierda, mientras sale a buscar la caja para ver si tiene instrucciones en castellano.
No hay mucho que pensar. Sé que lo acabaré comprando y es el momento. Lo celebraré durante unos cuantos autoregalos...

Paso un tiempecillo esperando que se me pase el hormigueo de las manos, que no sé si es del frío pelón del día o de mal síntoma de correoramoribunda. Me pongo una camiseta más o llego taladrando con los dientes el asfalto que hay hasta el parque.

Me cruzo con otra corredora amiga y le saludo con el brazo desescudado.

Puedo correr sin concentrarme en cálculos, aunque seguiré practicando esta habilidad que he desarrollado en situaciones extremas como ésta de correr. No quiero dejar de ejercitar el sector matemático de mi cerebro.
Como contrapartida, intuyo que voy a potenciar, a marchas forzadas, la agudeza visual que refleja en mis sesos con el tamaño de dígito. El dato de las pulsaciones por minuto, dato que consulto y es mi referencia constante, es liliputiense en las tres presentaciones de pantalla que ofrece.

Hasta ahora, he descubierto, de diferente, el plano que deduce del recorrido hecho; las velocidades media y máxima alcanzadas; un hombrecillo que se te compara todo el rato y aun no he activado.
En la medición de la distancia es muy precisa. Se ajusta a las cifras que señalan los postes indicadores.
Hoy me maravillaba pensando en que supera incluso la dificultad del bamboleante movimiento de retroceso y avance del brazo para impulsar al corredor, pero la señal hacia el satélite no parte de ese miembro oscilante del cuerpo (ésto es barroco, no críptico), sino del pecho (debajo de éste, tórax).
Hecho en falta los porcentajes de tiempo en las diferentes zonas de esfuerzo, pero me suena haber leído que lo tiene.
Me queda instalar el programa en el ordenador, para poder volcar todas esas gracietas que sabe hacer este "ENIAC" (primer ordenador de la historia, con tamaño de una habitación).

Despreocupada y observante, miro hacia mi camiseta y creo que debemos de estar en época de eclosión de huevas de insecto, a juzgar por los nuevos "estampados" que ad(qu/h)iere últimamente. Sólo la inexperiencia del neonato puede explicarlo, o las velocidades de crucero que voy alcanzando (me ha hecho mucha ilusión, cuando al llegar casi a la altura de dos paseantes ensimismados en su conversación, han saltado a un lado del susto. He acelerado a 5'06"/ Km. alejándome para que no vieran mi sonrisa sibilina).

sábado, 10 de noviembre de 2007

Deportiva Euskadi

Ayer di a entrenar el recorrido de la imagen (seis Km. de ida y otros tantos de vuelta).

Hay una foto en mi cámara prueba del disturbio de subir la zapa a la sagrada barandilla, frente al despacho del alcalde.
No sale de ahí (la foto)...

Aunque temprano, había suficiente gente en la calle para que decidiera retirarme bajo la pérgola de los jardines a hacer discretamente mis estiramientos.

Veo otros corredores en el paseo y en la playa, alguna veterana bañista adentrándose cual Alfonsina, en el mar, ciclistas por el carril-bici, y ¿qué veo junto a uno de los árboles tamarindo? ¿Un aizkolari (cortatroncos)? No; otro corredor estirándose.
Y enfilé con calma hacia el otro extremo de la bahía.

La hilera de rocas emergía hasta la isla, y parecía estar próximo ese día en que se puede llegar a pie hasta ella.
Deseaba ver bufar los agujeros de ese ingenio escultórico y arquitectónico que es "El peine de los vientos", pero no quise que mis tobillos tentaran la suerte de ese tramo final de arriesgado suelo.

Sobre mis pasos, escudriño en el rostro de un paseante que se acerca, un fondo remoto que me es familiar. Es un conocido músico de la ciudad: Diego Vasallo; de Duncan Dhu, etc.

Varío el recorrido por no tragarme el humo de los bastantes coches que circulan. Atajo entre calles junto a un pequeño parque redescubierto.
Cruzo la zona universitaria, bajo la alameda de plátanos, sobre la amarilla, ocre, verde, roja y crujiente hojarasca.

Dejo a un lado la charca dónde esperaba escuchar croar a las pequeñas ranitas meridionales.
Alcanzo la rotonda en la que tomo mi camino de vuelta. Y aquí a la derecha un detalle gráfico de ese momento.

Me detengo y saco otra vez la cámara del bolsillo de mi chubasquero. Problemas técnicos que me hacen guardarlo de nuevo, con el objetivo extendido.

Mis piernas se encaraman premonitoriamente por la única corta cuesta arriba de mi rodaje. Me emociona escuchar al bandoneonista de los túneles con semejante acústica.
Avanzo fácil, tan llano hasta el final...

De pronto noto que una suave corriente de aire levanta, leve, una lado de mi chubasquero. Me adelanta una corredora que empuja una sillita de niño. Y desaparece fluídamente entre la agitación molecular desordenada del gentío paseante.
Simultáneamente, una gigantesca lata de isotónico viene a mí, y pasa de largo sobre las cuatro ruedas que le llevan por la vía.

Un hombre joven pide dinero y sólo otro hombre desharrapado se le acerca y le ofrece uno de sus dos botellines de agua tibia.

Ésta mañana, cuando iba hacia la estación, un grupo de corredores detiene el tráfico y, sobre el paso de cebra, saludan simpáticos agitando brazos en alto, dando giros sobre sí, saltando...

domingo, 4 de noviembre de 2007

En jarras

Una tingua de pico verde me miraba, lo que debe ser de frente para ella, de costado para mí.
Yo empujaba el árbol, contenía el resorte de mi pierna doblada, plegaba una y estiraba otra a ras del suelo. Y ella, ahí, con su pico y su pulserita verdes, recelosa, como yo.

Sobrepasé la furgoneta-consigna y me disponía a agregarme a la corriente de participantes que calentaban, cuando oigo que me llaman.
Es una mujer veterana avanzada con varias medallas en competiciones nacionales y europeas, con la que he coincidido en las dos últimas carreras. Nos ponemos a trotar. Me dice que va a correr conmigo, que ya ha avisado para que no se preocupen... Le digo que cuando lo vea, que siga para adelante, que yo iré a menor ritmo.

Saludo a otro chico que conocí en el Jurásico (¿un viejo amigo? No. Le conocí en la "Carrera del Jurásico").
Vamos los tres juntos por "el kilometrín", el circuito del emblemático parque de Isabel la Católica, en Gijón, y yo, me convierto en una corredora obstruccionista que intenta recorrer la distancia más pequeña posible con la mayor lentitud -todo se incluye en mi tacómetro-.

Despegamos desde el fondo. El tumulto me viene bien, pero pronto se disuelve.
Mi compañera de carrera me advierte que le parece que voy muy rápido. Es mi idea, aminorar, pero no lo consigo.
Un policía motorizado nos anima a acelerar para no quedarnos descolgadas. De modo que por fín logro ralentizarme...
Dialogo con la veterana avanzada. Por alguna razón, me dice que yo no diga nada que ya habla ella... Y yo lo agradezco infinitamente.
Me pregunta a menudo que cómo voy, me marca los kilómetros hechos cuando aun falta, y me dice los pocos restantes cuando ya la tenemos prácticamente hecha.

Los agentes devuelven al orden a esos peatones con tablas de surf que pretenden atravesársenos a escasos metros por delante. Aunque no pueden hacer nada con esas bocinas que se escuchan.
Al oirlas, me recreo en la idea de venganza por las veces que alguno de ellos me habrá increpado al volante o lo hará, injustificadamente, un día de éstos.

Se me ocurre que el motorista adjunto no pierde el equilibrio ni se le cala la moto, y eso debe ser una buena señal acerca del ritmo que llevamos. Aunque siento curiosidad por el dato inverso de Km/h e intento ojear el velocímetro. Desisto porque me aturullo con el salpicadero.

Nos aproximamos al final, kilómetro 11'7. Gente con dorsales, ya de recogida, avanzan hacia nosotras y nos dedican palmas y jaleo. Nos crecemos.
En las puertas del estadio, otro chico que se adelanta. Mi compañera da un gritito ilusionado, se desvía ligeramente y besa al chico.
Seguimos. Dos corredores nos advierten de que lleguemos hasta la tercera meta. Ahí está.
Puedo escuchar el clamor de las gradas.

Los hombres con lector reclaman a mi compinche, que pasa de largo.
Los cajeros nos leen los código de barras.

Otro conocido de competiciones se me acerca -esta vez no ha participado-. Las puertas abiertas de la furgoneta-consigna dejan ver la última mochila que queda por recoger.
Espero resultados y entrega de trofeos con los "corredores de la curva": 1:08:36.

Yo llevaba un billete ligero para unas sanas cañas, pero he terminado rodando 2000 metros en el kilometrín...

lunes, 29 de octubre de 2007

Cuesta arriba en la rodada

El propio letrero lo indica: "Camín de la cuesta".

Y, parece que la experiencia ha demostrado la necesidad de poner esa "letrina química" para cuando se visualiza ya el primer inofensivo tramo de la subida.
Pero, la condición humana es, a menudo, cruel.

Subí justo lo que se ve, y cuando divisé la inclinación (28% no son 28º de transportador, ni 28 tropicales grados centígrados), tras la curva (350 metros deben de ser: "... se encuentra una corta y dura cuesta, ideal para ponernos a prueba, son tan solo 350 m pero la parte del 28 % nos deja las piernas como la gelatina, ..."), seguí andando ya que estaba allí.

Impracticable. De hecho, lo que mayor referencia hacía a deporte, era una bici... metida en un coche.
Los vecinos han ido emigrando de la aldea. Los que quedan se extrañan y sospechan de los forasteros que llegan, que fotografían palomas del tamaño de halcones (o empezaré a pensar que tengo la vista difuminada).

Así es que me fui, y corrí dónde casi siempre los 13'8 Km. que constan en el runningahead. Desgasté la cadera un poco, y no se me ha ocurrido otra cosa, hoy, que subir escaleras andando.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Alt+Tab

Anoche, mi ánimo empezó a rebotar por la habitación como una bola de goma en el interior de un cubo sin rozamiento, y aun no ha parado, claro.

Supe que ya hay fecha para el "XXIX Cross Popular Villa Gijón" (en cuanto rehabiliten el enlace con la descripción, la ortofoto y el perfil, modificaré este vínculo) -que le tenía yo ganas por "en casa" y "factible"- y que puedo correrla: día disponible.
Será el próximo 4 de Noviembre. ¿Familiar fecha? Efectivamente, tedrá lugar también el Maratón de Nueva York. Y el de Buenos Aires. El mío será mi ultramaratón.

Esta mañana he salido a correr 15 km (La carrera será de 11'9 Km). Ayer compré una camiseta polar y unos guantes. El frío empieza a darme codazos y la variación de temperaturas me pone las manos como particularmente motivadores "manojos de" que diría una amiga.
Empiezo a desprender a regaña¡dientes!, como en un block de notas, los cuatro folios de instrucciones de lavado, información de origen, código de barras y hoja en blanco que ocupan la palma de la mano en el interior de guante, y descubro que he confeccionado una abertura-inserto del meñique un tanto paradójico en un guante no mitón y en una usuaria Cincodedos.

Salgo sin guantes, pero con camiseta polar. No llueve, dejo el chubasquero.
En la mano, llevo el apunte de tres opciones: el número de vueltas a mi circuito habitual que corresponden a 5, 10 y a 15 km.
Espero no tener dificultad hoy para los 5 km. Los 10 Km., si todo va bien, como mínimo. Y, si estoy fresca como una lombarda, hasta los 15 Km.

Según corro, voy abriendo ventanas en mi cabeza. Reconsidero mis alternativas. Pasar de 10 a 15 km. es incrementar en un 50%, y la prescripción habla de subir en un 5% semanalmente. ¡Lo mismo me da un algo!
Seamos cautos y conservadores en esta ocasión: ¡12 km, adjudicados! (incremento 20%...)
A ver si me da tiempo a calcular las vueltas que tengo que dar...
Alterno ventana Voy en la vuelta dos, dos, dos, 2, dos.....
Alt+Tab Con 7 y pico vueltas hago 10 Km. El resto de pico hacen 11 Km, así que 8 vueltas más... más 1 km. desde el km. 0, que es dónde me dejan los 11 km. ¡Perfectlyú!
Alt+Tab Vuelta 3, tres, tres, Tres...
Alt+Tab Sé contar hasta 8, pero me pierdo. ¿Bloque de 3 vueltas no disuasorias, bloque de 1, bloque de 3, bloque de 1? No, que se me olvida en el 1 de qué bloque estoy.
Bloque de 3, bloque de 1 que es el 4º, volvemos a bloque de 3, ésto es "2.1, 2.2, 2.3", más bloque de 1, y finalmente, 1000 metros.
Alt+Tab Hoy es 24. Hasta el 4, quedan... 12 días. ¿para cuantos entrenos tengo? ¿cómo los planifico?
Alt+Tab Vuelta 1, vuelta 1, uno, uno, uno...
Alt+Tab ¿Cuantas vueltas tenía que hacer? Opera, opera rápido, Correora... 8 y mil metros, 8 y mil metros...
Alt+Tab ¿en qué vuelta iba? Recuerda, ¿cuántas veces has pasado por aquí? ¿recuerdas haber dicho por segunda vez, "dos, dos, Dos, 2...", "tres, 3, Treeees"? Nada me suena, ¡ay!
Voy en la vuelta dos o tres, vuelta 2 ó 3, 2 ó 3, Dos o Tres...
Tranquilidad, el ritmo es el habitual. No me he acelerado aún, porque hago más distancia, y estoy en torno al tiempo que me llevan 10 Km, poco más.
Me quedarán 1 vuelta y mil metros más.
¡Pero necesito un Forerunner!
Alt+Tab ¡Oye, y que no me han dolido los lumbares en ningún momento, sin necesidad de adelantar el centro de gravedad de vez en cuando! Será por los descolgamientos de vértebras que he hecho antes de empezar.
Y así siempre, mis procesos mentales...

Ahora ya he cosido el guante (dejo el cuadernillo del otro para comparar en el próximo entreno y ver si tiene alguna utilidad). Y de paso, unas gomitas a lo hebilla en la mochila, para que las cintas no me fustiguen la cara, que tampoco es eso, aunque correr sea sufrido.

Sigo muy contenta por la buena nueva. Aunque me preocupa ese efecto cambio de rasante de la foto...

martes, 16 de octubre de 2007

Madre Tierra

Parece que me lleven por los pies por delante en una camilla, pero no; es que estoy con los pies levantados a pulso para que la torre entre en plano.

La idea era estrenar un circuito de cross que se me hacía apetecible.
Tres o cuatro pases sin localizarlo, pensando que si el mapa que ví sería al revés, que si sería de escalas variadas en sí mismo... y me lanzo a una campiña por la que al menos parecía poderse corretear.

Mochila a la espalda (hay que ir probando), inspecciono el recorrido que haré. Aquí también hay dos campos de fútbol... Me cruzo con un chico con pantalón de jinete. No veo caballos ni oigo relinchos.
Sigo a otro chico que corre (ataviado de atleta) y le pierdo tras unos matorrales (por separado).
De pronto, aterriza un enorme ave oscura, como de más de un metro de ancho con las alas extendidas, tras esos matorrales.
Yo avanzo, pero me temo que vaya a ser pasto de programa de Félix Rodríguez de la Fuente, con corredora despeñada por aguila muy real.

Me encamino hacia un terrenito (¡yo lo conozco! pero ¿dónde situarlo y orientarlo en el plano del circuito?) de forma extraña, unos chicos con bates y un marcador (allí está el chico con pantalón de, "jinete"). La pista termina y tengo que subir por un terraplén (luego encuentro una rampa alternativa) lleno de agujeritos. Espero que por ellos no acudan mil serpientes al sonido de la flauta que no toco. ¿Tal vez topos?
¡Clavos (los de Cristo, no)! ¡Si ésto es el circuito! La carretera que cruzar... ¡no es la nacional 632! (claro que, un poco raro, ya sería, sí) ¡es otra calzada paralela asfaltada! La próxima excursión, me pinto el plano.

Ahora ya procedo al calentamiento y ataco la carrera. La mochila (y la cámara, el móvil, llaves...) empieza a bailar en mi espalda y tengo que sujetarla con, al menos, una mano.
Según me aproximo a los jugadores, maquino la pregunta que me informe de las probabilidades de sufrir un pelotazo en mi cabeza.
Doy una segunda vuelta. Subo la rampa alternativa al terraplén y rompo un hilo de telaraña con la cara -juro que no había pasado tanto tiempo-.

Después de los 4 Km. y pico, me apoyo, para estirar, en un poste roñoso sin guantes de vinilo o silicona. Luego me tumbo en la hierba y siento el frio o la humedad de la madre tierra. Imagino las hormigas subiendo por mi pelo y no me importa.

sábado, 6 de octubre de 2007

Mejora el tiempo

Hoy he tenido tiempo para todo.

He trabajado, viajado, chocado, rellenado el parte amistoso, quitado la corteza de ropa desechable en el coche, comido un plátano y cogido tarde el bus que llevaba a la salida, barritas energéticas, llaves, dos imperdibles, dos euros y fotocopia del DNI encima..
Además, he llegado a meta y antes de lo previsible para mí...

No recuerdo que el sol apretase, ni la bruma envolviese el pueblo, ni hojas en la cuneta de la carretera, de modo que el tiempo mejora.

Con casi una hora de antelación a la estampida, dudo y decido atacar los estiramientos que luego ya compensaré con una dedicada contracción. ¡Estiramientos, muchos estiramientos y sobrestiramientos! Luego lo curo.
Se me ocurre otra actividad que es ir a un urinario. Hago una incursión en el bar más cercano y descubro que no soy la única. En esta actividad, hago unas series y pienso que ya sé para qué eran los dos euros...

Me pongo mis orejeras (miro el suelo más inmediato) y, desde mi posición, la del salmón lento que, contracorriente, remonta el río, veo rebasar a los otros salmones.
Al fondo, se divisan los lomos de las colinas velociraptoras. Lo sé y sugeriría que todos avanzásemos con más sigilo, de una sola pisada podríamos saltar del suelo a su boca.

Oigo conversar a mi escolta: ambulancia, fotógrafo y policía montada... en moto, sobre la pena que supone la diferencia de distancia entre unos y otros...
En la orilla, aficionados simpatiquísimos animan. Un bebé balbucea, desde el coche, su primer "¡amo, tica! (¡vamos, chica!)" para mí. Me preguntan por qué no les cojo a los otros. Con cada apoyo que recibo, me pongo contenta; no es que lleve la coleta muy tirante...

En las subidas y llanos, me lo tomo con calma: soy un motor con velocidad uniforme y potencia. En las bajadas dejo mis piernas sueltas sin necesidad de hacerlas frenar: no veo nada contra lo que estrellar. Aún así, suben mis pulsaciones.
El señor de delante, abandona. Avisa a la retaguardia que él ya ha cumplido, que por él no se preocupen.
Aprovecho la parte cerrada de cada curva. Trazo rectas de curva a curva (dentro de la superficie homologada).
Hay conos señalizadores que se me pasan por alto o no existen, y me sorprende gratamente saberme más adelante de lo que suponía.
Adelanto a uno, no vuelvo a saber de él, aunque no miro atrás.
A distancia prudencial, pregunto sobre qué dirección tomar; no me gustaría tener que retroceder...
Y, sin que eso ocurra, encuentro hasta tres señalizaciones de 6 Km. (¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?)

Una silueta se dibuja más adelante. Noto que lentamente me acerco a ella. Retumban mis pisadas. El hombre gira la cara. Tal vez me sitúo en el ángulo muerto de sus ojos retrovisores y se asusta. Tal vez se siente perseguido por un Doom (ojo, es una descarga. Puede accederse desde el sitio sin necesidad guadarlo en el pc), y acelera.
En el último kilómetro, serpenteando (licencia literaria) las calles, no hay espectador que no le dedique una frase y se me antoja que es un corredor-alcalde protegiendo su honrilla.
Bajo el arco hinchable, reducimos como en un rodar de adaptación a detenernos.
Se alarman: "¡No, no, seguid un poco más, subid hacia la derecha!".
Últimos metros en recta y llano. Aplausos. Un pasillo de caras y palmas que se estrecha. Un hinchable con la palabra "llegada".
Noto que estoy a punto de alcanzar al corredor-alcalde. Ha decelerado y se echa a la derecha.
Yo aflojo y me sitúo a su izquierda.
Una cara se adelanta y vocaliza "Apriiietaa, niñina!!!".
Cruzamos la meta y nos fundimos entre la gente. Me tienden una lata que sienta como el cielo.

jueves, 4 de octubre de 2007

La progresión geométrica

Según salía ayer tarde a correr, me di cuenta de que me dolía el pie derecho. Lo sentía agarrotado, como si me hubiera pasado la noche durmiendo a la pata coja en una rama.

Además, llovía. Suavemente, pero sí. Seguí adelante.
Vengo observando que no parece que a mucha gente se le ocurra rodar en exteriores cuando llueve...

Y estoy muy contenta porque, agregando hace unos segundos el entrenamiento en el runningahead, se descubre que por fin hago unas series no tan regresivas; que voy encontrando el puntillo a mis piernas, y voy a apuntármelas como una progresión aritmética.

Ahora espero no tener memorizado ese ritmo para este sábado, que no lo aguanto todo seguido.

lunes, 1 de octubre de 2007

Mi pulsómetro gastabromas

Tenía que hacerlo.

Hoy he corrido algo que creo que será parecido a la carrera del sábado.
Me he entrenado en un circuito de 10 Km. (ida y vuelta) con un ascenso del 6% durante 1.900 m.

Lo he llevado muy bien, y tomo nota de la correspondencia entre tiempos, frecuencias cardíacas y relieves del terreno, para orientarme en la próxima carrera.
Llano 2 km-14'-143 ppm
Cuesta arriba 1900 m + Llano 400 m.+ unos 480 m. de bajada+ resto medio-llano 30'-163 ppm. Casi mejor, lo explica este gráfico.
Primera parte del regreso-24'-155 ppm
Planicie del final del regreso 2 Km-12'-178 ppm

Lo he llevado muy bien, decía, en cuanto a sensaciones que se llama: ningún calor, respiraba bien, no subía fatigada, y me permitido el lujo de hablar más que nunca (en esas circunstancias). Pero mi pulsómetro me gasta bromas y dice que he alcanzado 202 ppm. Yo no he visto esa cifra en ninguno de los momentos en que lo miraba.

Sólo lo explicaría ese instante en que he divisado, a media distancia, un parque móvil de funerarias, que, ya más cerca, se han revelado como esos paquetazos de plástico negro, brillante y tenso, con hierba envasada al vacío que se hacen ahora y se posan en los campos.
O quizás el alma en pena con jersey rojo (cualquiera iba a sospechar) que salía de una ermita a quien he consultado al encontrarme frente a una bifurcación y, sin mediar palabra, ha empezado a señalar todas las direcciones, incidiendo en el hipnótico paisaje del puerto en lo hondo de un mar de bruma que no de agua.

El perfil de la carrera y otra información será éste, que parece más suave, pero no sé si ese menor ascenso (de -5 m a 32 m. sobre el nivel del mar, y no los 8 m. a 93 m. sobre el nivel del mar que me he pegado hoy) se dará en menor trayecto. Creo que sí.

Esta semana entrenaré otro día más, aunque no sé si hacer un entrenamiento más corto y suave, o corto pero intenso, de series o bien, sin parar, pero con variaciones de velocidad (ésto último no lo tengo muy logrado, no tengo mucho margen con el que jugar)

domingo, 23 de septiembre de 2007

Unas horas después...

El día existió alrededor de la carrera.

Me puse en situación y preparé la mochila con lo que pudiera necesitar: muda, gel, toalla, chanclas de ducha, tostadas, york, plátanos, un tenedor, y un taper con verdura.
Puse ruta hacia la carrera. Es increíble la cantidad de agua que puede entrar en un lavacoches por una rendija ínfima...

Llegué y me situé dónde parecía tener reservada una plaza estratégica; frente a la salida, la meta.
Mi plan era inspeccionar el terreno, y así hice. Salí y empecé a caminar al borde del río, localizando las referencias que tenía para los giros. Bien. Todo parece llano y aún no veo el 1% de desnivel por ningún lado.
El viento viene de frente según se toma la salida. Se me ocurre pensar dónde tendré al sol para la hora del inicio y decido que es más extraño preguntar dónde está el norte que preguntar la hora.

Voy a por la cámara y fotografío curiosidades.
Llega un camión, baja un lateral descubriendo un escenario. Se despliegan gentes con cajas, con precintos, reparten las vallas que había amontonadas al pie del kiosco. Allí pegan las listas de inscritos. Anoto mi número de dorsal, calculo participantes, cuento nombres reconocibles de mujeres (¡no, otra vez, no! ¿Sólo cinco de diferentes categorías?).
Gotean más participantes.
Recojo el dorsal, me retiro y cargo energía escuchando "Sultans of swing" de Dire Straits.
Disfruto contemplando la dispersión variada en direcciones, movimientos, y posiciones de los corredores.
Yo, estiro y caliento a tiempo y sin tiempo de agotar las reservas que necesito.

El disparo de salida parece pillar por sorpresa a los que nos estamos aproximando.
Tengo la promesa de ir a mi ritmo, pero me veo envuelta en la corriente de aire que genera la bandada.
Tomo mi posición... me alineo con una pareja tan considerada como yo, que parece que nos dé reparo adelantarnos. Se me escucha respirar y el chico mira hacia mí, nos da ánimos a ambas. Me dice que dé zancadas más cortas, que me fatigaré menos y le hago caso.
Voy rezagándome y echándome a un lado para no preocupar. Pero mira para atrás de vez en cuando. Gesticula y yo sonrío, que es lo que puedo hacer.
Siento, tras de mí, un motor; me preguntan si soy la última: eso creo... Entonces recoje un cono, y reabre el tráfico por allí.

A la orilla de la carretera, me aplauden que vaya tranquilina; me animan desde una ventana. Las ideas son buenas, pero algunos se hacen un lío: "lo importante es llegar, no ganar".
La repregunta: -"¿última?" -"¡Sip! :)"
Me adelanto a la cara espectante que interpreto: -"¡Última!". También se hace un lío y me dice: "¡Que no llegas!".
¿¿¿Qué no llego??? ¿¿¿QUE NO LLEGO??? Nenina, no sabes lo que has hecho. Acabas de despertar a la bestia parda que hay en mí. Y me pongo a dar unas zancadas que son mis pies los que hacen girar a la Tierra sobre su propio eje.

Al fondo, tras la meta, las gaitas sonando y me entran ganas de gritar. Y me siento como una Braveheart cualquiera.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Levantada con el pie de atleta


Que nadie se preocupe. Sigo centrada y dispersa -todo es compatible- en mis correres.

Si os fijais en la columna de la izquierda, bajo el título "Tengo un pasado" aparecen los datos de mis 3 últimos entrenamientos. Estos datos enlazan con la página -saber yo de su existencia es por cortesía de Elmorea- dónde constan el resto -tenderemos a ello; tengo que hacer el trasbase manual y uno a uno, desde otra página sin acceso público- de mis anteriores entrenos.
No sé si reflejará, pero mi idea es mantenerme en correr 5 km como mínimo, día sí día no, a poder ser. Y también, ir rebajando el tiempo invertido en hacer esa distancia.

Estoy en un momento que no sé si, de seguir así, tengo posibilidades de progresar.
Durante los dos primeros meses de esta "cruzada" sí he experimentado una gran mejora. De no más de 4 minutos que podía correr seguidos y agonizando, a la hora y cuarto que se ha probado que puedo correr comedidamente.
El principio se lo debo al programa de entrenamiento esa página que decía. Despacio, pero mejoraba. Ahora soy yo quien los planifica, y me he quedado estancada.

Lo cierto es que me es difícil sacar tiempo para aumentar la duración de cada entreno. Pero tal vez, a base de correr cincomiles, pueda permitirme correr una media o una maratón un buen día. ¿Fantasías animadas de ayer y de hoy?

Y en esta balsa de evolución, todo cuenta: una temperatura corporal salubre para nuestro corazón, debida a "tejidos técnicos"; un calzado flexible, oreado, que se integre y no que pelee contra nuestros pasos; una alimentación energética pero ligera en su digestión; un tránsito respiratorio que no nos colapse; la hidratación y el restablecimiento de minerales y sales esenciales...

Así que sí, observo mis constantes y estudio las variaciones.
He buscado el motivo y la importancia o gravedad de que últimamente me sobresalgan algunas venas del cuerpo. No hay que alarmarse.

Etc.

Continuará (o no)

martes, 11 de septiembre de 2007

Olfateando el éxito

¿Por qué nadie me había dicho el tiempo de recuperación tras el paso de un niño?

Por fin retorno a la rutina de entrenos. Tengo ganas de adentrarnos en el invierno, sospecho que me va a ser muy propicio.

Por un lado, el frío me saca partido (o el calor me mata), y, por otro, la alternativa a las tiritas de narices: las duchas nasales.

Tengo, desde antes de la fiebre corredora (a.d.f.c), un ejemplar de solución de agua marina ¡isotónica! y esterilizada, de envase no rellenable.

Pero he dado con el artefacto económico que se adaptará a mis necesidades fisiolo-filosóficas.
La ducha nasal.
"Cura los desórdenes debidos a la flema y ¡¡¡aumenta la visión interior.!!!"
"La limpieza nasal yóguica (Jala Neti) es una de las técnicas purificatorias conocidas desde hace milenios y se utiliza para limpiar las cavidades nasales. Es una técnica muy sencilla, práctica, segura y de gran utilidad para el occidental, ya que permite incrementar la capacidad respiratoria (cantidad y calidad), ayudar a prevenir y mejorar muchos tipos de desórdenes como alergias, congestión nasal, resfríos, asma, sinusitis, bloqueos nasales crónicos, respiración por la boca, limpiar el smog acumulado y en definitiva sentir el aire fresco y puro conectándose con la respiración e incrementando la energía vital de todo el organismo.
Además son conocidos los efectos de la práctica de Jala Neti en cuanto al alivio de tensiones mentales y dolores de cabeza. Una práctica regular de Jala Neti ayuda a equilibrar las condiciones de temperatura y humedad que la nariz necesita para funcionar adecuadamente. Según el Yoga se agregan a estos beneficios físicos, otros del tipo energético ayudando a equilibrar las energías del cuerpo (prana) y equilibrando la mente...
La consecución de la técnica involucra un recipiente especialmente diseñado lleno de agua tibia y levemente salada al 9 % (recipiente neti o "lota"). Inclinando la cabeza de forma lateral y hacia un costado se coloca el pico del recipiente en una de las fosas nasales haciendo atravesar la solución salina desde una de las fosas hacia la fosa opuesta haciendo salir el líquido por esta última, respirando mientras tanto por la boca. Se hace pasar el agua en ambas direcciones para que la limpieza sea completa. Luego se termina con un adecuado secado de la nariz.
Esta técnica se puede realizar de forma diaria como parte integral de la disciplina yóguica y con su práctica se obtienen beneficios para el cuidado de la salud y el bienestar psíquico."

Compro. Ahora que siento la nariz por dentro como alicatada con baldosas de tiza...

jueves, 6 de septiembre de 2007

Días de sobreentreno

104 escaleras, jornada laboral, hacer de toro mecánico, el croqueta, de noria, de pared de rappel... ¡criaturitas!

domingo, 2 de septiembre de 2007

Tiranteces

Me estoy convirtiendo en una cobaya humana. O una consumista correora. Ya lo decía Pablo, que en vacaciones esté...

He probado el gel energético que compré y un invento que he observado en las fotos de muchos corredores: las tiras nasales.

Las estrené en el entreno de hace tres días sin brillantes resultados y ayer reincidí en un ramalazo no sé si reconciliador, de olvido, de empeño o de síndrome antiderrochador de posguerra.

Descarté el color carne (caucásica) y elegí las tiras transparentes. Luego, en casa, descubrí que también en ésto hay tallajes (tuve suerte. No diré más...). Pensaba que estas tiras serían como esos parches que desprenden alguna sustancia que va absorbiendo la piel, pero no. Consisten en una tira plástica flexible que se amolda y adhiere a la piel e, intentado recuperar su posición anterior, levantan la piel (y carne) exterior de los conductos nasales, y facilitan así la respiración. Utilizadas para practicar deporte, dice el prospecto, "pueden reducir la frecuencia cardíaca y mejorar la eficiencia corazón-pulmón". No lo he notado.

Yo no, pero mis conciudadanos sí: llegada a casa, descubro, en mi reflejo, los extremos de la tira levantados, cual alerones. Me abochorno y pruebo a ver qué aspecto me habrán dado bajo cada lente de mis gafas de sol... ¡En fin...!

martes, 28 de agosto de 2007

Regresiones

Así no hay manera.
He salido con intención de hacer 10 km. progresivos.
Ya hemos empezado mal, huyendo despavorida de unos desconocidos que imitaban (por suerte, sólo uno) mis estiramientos y luego me saludaban desde lo lejos, brazo en alto.

Luego, otro desconocido (incluso de la ciudad) me ha parado para preguntar dónde estaba. Segundos de planteamiento y confirmación de la pregunta, y de respuesta y confirmación de la respuesta (ejemplo abreviado: "-¿Dónde?" "¿Dónde?" -"Aquí" "Aquí").

Además, venía yo observando a un hombre con actitud de tostada (vuelta y vuelta). Le ha debido de dar la hora de irse y no se ha aguantado: "¿cuántas vueltas dais?". -Voy a dar "nº"
-¡Sois superhombres! ¡Supermujeres! (ahí le he visto bien, "Serrat". ¡Podía haberme cantado algo, hombre...!)
Y ya se me ha olvidado en qué vuelta iba.

He vuelto a repetir los estiramientos y ha empezado a llover mientras me iba.

Luego he hecho pesas. 6 kilos en cada brazo durante 10 minutos. Después, 4 kg repartidos, 3 minutos. Más otros 4 kg, 1 minuto. Para terminar con un apoteósico 20 kg por 2 minutos escaleras arriba hasta el ascensor.
¡Provisiones...! :)

Mañana haré abdominales, previo encierro en una habitación de todo animal de la casa.
Y seguido, iré a Fisioterapia. Nunca he ido.

sábado, 25 de agosto de 2007

Mis Pantaloncillos Mojados (llueve más)

Los ejercicios abdominales que tengo impresos son un asco: siguiendo las instrucciones, se puede alcanzar, en el mejor de los casos, un equilibrio inestable (incluso emocionalmente). Y la correspondencia entre gráficos y texto está desajustada.
Además, si se tiene un animal que no esté en una jaula o una pecera, (los que visten textiles también cuentan) le merodearán a uno con no se sabe qué intenciones.

Nada como estrenar pantaloncillos para atraer la lluvia (lo cierto es que no hay mejor estrategia que llevar poco material susceptible de absorber carga).
Ayer volví a correr dentro del agua. Primero, en pulverizado (una humedad del 70%), me dejé llevar por la tentación contrafacultativa de sobrepasar mi umbral anaeróbico, y tuve un ritmo de 5'34" el km., en eso, 1 Km. Tras un descanso, retomé la carrera 400 metros más, a 5'23". Moría, y no sé si estoy folicular o lutéica (fases de la menstruación que propician o dificultan la resistencia o la rapidez).

Luego buceé al cobijo de un buen árbol (no había tormenta), como lo hicieron unos domadores de perros. No perdono los estiramientos.
Uno de los parlantes, habla en segunda persona de no sé qué patas. Insiste. Miro a los perros. Ninguno llama mi atención. Vuelve a sonar la expresión "¡Vaya patas que tienes!". Levanto la vista entre estiramientos. Una cara de frente como una luna llena. El cruce fugaz de otra mirada.
¡No puede ser! No es...

Marchamos todos. Decido amagar otro entrenamiento de camino a casa: el puente curvo; cruzar la carretera hasta aquel soportal (la gente se admira de mi visión práctica del vestir); volver a cruzar alguna otra vez más hasta algún otro voladizo (¡si yo sé que mis piernas blancas fosforecen en pleno verano!), esperar al descubierto al semáforo verde, con mi pelo impermeable (Mundo, enteraos: las cosas tienen un calibre mínimo. Y no tengo la menor intención de trepanarme tangencialmente el fémur).

miércoles, 22 de agosto de 2007

Ya llueve otra vez

Así me he sentido hoy cuando he salido a correr bajo la lluvia y sobre los charcos esta mañana.

Todavía era de noche y los coches y mi pies, de camino al circuito, disparaban, a los lados, el agua que encontraban bajo sí.

Todo el aire fresco en mis pulmones y un barrendero meticuloso, en la misma parcelita de hierba.

La mañana clarea y de los pequeños valles que no puedo evitar aun viéndolos, el barro a mis calcetines, a través de las rejillas zapateras.

Salpicones de lodo que me ascienden pantalón arriba. Y el microclima cálido dentro del chubasquero, me activa.

La parcelita, limpia.

Mis ojos consiguen leer al salto las anotaciones de tinta en la palma de mi mano. Pero mis dedos no atinan a dibujar, a brincos, los números que definen mi movimiento.

Un chico se une a la carrera. Él puede sentir la lluvia deslizarse por sus brazos y sus piernas. Pretendo componer con él los extremos de un diámetro (que no me alcance, mantener la distancia que nos separa).

La parcelita, más limpia.

Se intensifica la lluvia, y me convierto en un David empujando al Goliat de madera de raices enterradas, en el monigote que demuestra saber doblar y estirar sus extremidades, en el yogui concentrado sobre el banco de hierro forjado. (Ejercicios de estiramiento)

Y me alejo por el puente alto. Tres barrenderos en la parcelita; y una furgoneta. El chico, haciéndose borroso tras la cortina de agua.

sábado, 18 de agosto de 2007

Ética vs vanidad

Hecho está.

Supongo que el planteamiento que he comenzado esta tarde me hará entender esa queja extendida y frecuente que tiene lugar entre los corredores acerca de los criterios para establecer categorías.

La mañana, despejada. La jornada laboral, como suele desenvolverse normalmente. El desplazamiento al lugar del acontecimiento (Arobes-Asturias), exitoso al primer intento.

A ésto (pizquita) he estado de largarme, por no estar tan fuera de lugar con el nivel que se adivinaba. Pero por esos caprichos de la psicología humana, he decidido quedarme, probar e ir reaccionando sobre el terreno.

¿No existe un concepto mecánico denominado rampa de lanzamiento? Bien, pues en mi caso ha funcionado como en el fenómeno "el hombre bala". He subido como los demás y he decaído: he empezado a ver chisporrotear iones en el aire. "Yo, a mi ritmito", he pensado.
Al poco, un séquito de chavalería que de pronto se ha percatado de mi presencia rezagada (a ellos mismos), me ha envuelto y acompañado dando las primeras voces de ánimo. Y nos hemos adentrado en el bosque. Mi pequeño grupo de gnomos me ha proporcionado la alegría de mi propia entrevista en acción:

-¡Venga chica, ánimo! ¿Crees que vas a ganar?

-No sé... ¿tú como lo ves?

-Todavía tienes posibilidades. Bueno, chica, lo siento. Te tengo que dejar.

Y ha desaparecido hacia delante.

Más vecinos del pueblo, visitantes y organizadores, otros corredores que me daban alcance, todo aliento que me hacía acelerar, o retomar la carrera en las cuestas arriba o con los pies hundidos en el fango, o entretenerme o contentarme.

Y cuando se aparta a un lado y se hace sitio a los que vienen, se siente hacer trabajo en equipo. No concuerdan menciones especiales, honores, el beneficio por condiciones extradeportivas.
Tampoco es enorgullecedor el reconocimiento sin haber cumplido el juego establecido. No es digno. Lo que nos ocupa es superar nuestros contratiempos. El resultado final no es el mismo porque el puesto en cierta clasificación sea el mismo, y se puede abreviar. No.
La esencia es el juego. Y nos gusta jugar.
No me vuelvo a equivocar (en eso).

miércoles, 15 de agosto de 2007

¿Digo Diego?

Ayer hice sido el último entreno antes de la carrera del (que hay el) sábado.

Creo que me estoy lesionando poco a poco. Amén de la rodilla que tiene mejores y peores días, del "residuillo" por estiramiento en la pantorrilla y un músculo externo a lo largo del fémur, me parece que se me está desgastando la cadera derecha (aunque como me meto muchísimos yogures -calcio contra la amenzante osteoporosis- entre pecho y espalda, no creo que me parta el hueso -aún-).

Ahora, estoy temiendo que nos presentemos tres contados (tengo sospechas fundadas) y que los otros dos sean ironmaidens de éstos que hacen el kilómetro en 3 min. y quede tan rezagada que no me espere ni la organización en la meta y no se den cuenta de que me he perdido en el bosque.

Y no se me ocurre otra cosa que ir a correr en público después de 8 horas levantando piedras...

lunes, 13 de agosto de 2007

De muertos y "resurrectos"

Hoy estoy como nueva -casi-.

Va a ser verdad que restaura más el ejercicio moderado que el descanso absoluto. Desde mi última palicilla de subeybaja montés y hasta esta mañana, estaba yo agónica. Pero ha sido echar mis 5 km (en asfalto y hierba llanos) en 38' 22", es decir, pulsaciones media y máxima dentro del rango prescrito, y vuelvo a estar fresca como una lechuga -prácticamente-.

Ahora no me cabe duda de que el próximo y último entreno antes de Arobes (a.d.A.), será suave de nuevo. Lo que no quiere decir, que vaya a conseguir ir descansada al cross: esta semana amenzan con inhabilitar temporalmente el ascensor de casa; espero tener todas las provisiones arriba para entonces.

Así que ejercicio suave y mucha gelatina. Que se me regeneren los tejidos. Incluso que se me generen de más. Pero, que no haya un comité de doping de esos...

Creo que de cámara en carrera, nada. He estado mirando y no las hay ligeras, pequeñas y enganchables. Pero he comprado un par de camisetas técnicas, unos pantaloncillos que no llevaré al cross para protegerme de los arbustos (y de las garras de osos... ;P), dos latas isotónicas (iba a llevar un termo con isotónico casero) post-cross y 9 barritas energéticas pre-cross (supongo que no me las comeré todas).

La foto se la dedico a los "correores de la curva...". Hoy los he visto por segunda o tercera vez. Ellos surgen de la nada y se me frenan en seco a mis pies. En realidad, entran sorpresivamente en mi campo visual, porque los deja de ocultar el seto alto de un jardín cercano y de camino al parque del circuito. Es extraño, lo tienen al lado, y ellos corren alrededor de una isla de hierba entre rascacielos. Con su ropa y calzado profesional. Incluso hoy se notaba la banda elástica del pulsómetro bajo la camiseta. Tengo una teoría: deben de tener niños pequeños y así, debajo de casa, les pueden llamar desde la ventana, sin renunciar a entrenar .
De vuelta a casa, una hora después, allí seguían, pululando. Y no soy la única que los ve, son reales y materiales, que la gente se les acerca para preguntar por una u otra calle o negocio. Si es que tienen que conocer la zona al dedillo.

jueves, 9 de agosto de 2007

aCross the Universe

Sigo con el Cross en mente. Cada vez tengo más ganas.
Hace poco decía en Mayayo que me encantaría participar en una carrera anárquica como la del Rock en el Escorial, y creo que me ha llegado la hora...
Inscripción: cuándo llegues
Salida: dónde veas más gente reunida
Categorías: según quién participe
Creo que lo voy a pasar bomba.

Sólo hay dos cosillas que me preocupan: si debería de relajar los entrenos cuanto más se acerque la fecha (18 de agosto) -claro que, en mi caso, no es dejar de repasar, sino de darme la empollada- y si existe un manual que indique cómo actuar al encuentro con jabalíes, osos y lobos.

lunes, 6 de agosto de 2007

Una vuelta de tuerca

Hoy he practicado cuestas y cross.

He intercalado dos recorridos con una pequeña diferencia (pensé que el recorrido más largo repartiría más suavemente el desnivel, pero no: tanto o más desnivel). En total, calculo -gracias al Google Earth que me ha descubierto Pablo- unos 7200 metros, en 56' 44".

He comprobado la sugerencia de Anita: mis zapas de asfalto funcionan en la hierba y en la tierra algo húmedas en el descenso de una ladera.

Por supuesto, he sobrepasado mi umbral anaeróbico con el esfuerzo de las cuestitas. Pero es por el cross; ya volveremos a dedicar atención a las grasillas...

De nuevo, curiosidades: gente recogiendo caracoles, radioaficionados (o policías de paisano...), ancianos utilizando aparatos de gimnasia, tuercas arrojadas al pie de un árbol por desaprensivos contaminadores ecológicos que resultan ser -me estoy "cultivando" ;P- fenómenos geométricos tales como semillas de eucalipto, una ducha en mitad del prado...

domingo, 5 de agosto de 2007

Fiebre del sábado tarde

Yo no sé si es muy buena idea ir a entrenar a un parque un sábado a las siete de la tarde, en plenas vacaciones escolares.

Según me aproximaba al botellón, trataba de localizar esa cara que a veces me sale, de mujer enrollada-a su bola que no da pie a meterse con ella. Y la actitud: no desviarme y cumplir la distancia planeada. Avanzaba decidida, pero pensaba: ¡Dios, me van a tirar cacahuetes! ¡Me van a tirar cacahuetes...!
En el parque de este sábado había familias de picnic con sus fiambreras y cacahuetes. Espero que los de este parque nunca conozcan a los del otro...

Cuando estreno lugar de entrenamiento, siempre se me hace el espacio más pequeño de lo que esperaba. Y hoy, que con cada corredor (por cierto, ¿qué es de las corredoras los sábados por la tarde? ¿en las cocinas, confeccionando hercúleos brazos de gitano? ;P) sólo me cruzaba una vez, con más motivo sospechaba que había un más allá del circuito visible.

Y entretanto me ocupaba de estas reflexiones profundas, un hombre con un perrito me dice: "¡Animo, que ya queda menos! Me ha salido una sonrisa de oreja a oreja. Y él se anima retroalimentivamente: "¿Que empezaste hace poco? Y yo (por fin se demuestra que puedo hablar mientras corro) le respondo: ¡Sí! -y en un alarde de energía, añado: - ¡Sí!
-Pues con tranquilidad entonces.
A la siguiente vuelta, el hombre (y el perro, y su collar) había desaparecido...

Otro pensamiento que me absorbe es el de los perros. Ya lo comenté en tolocorro. No me siguen, no me ladran, no se apartan, se me cuelan en las fuentes... Soy una "inmaterialgerl".
Pero me alegro de ello cuando diviso un ser vivo grande que mi naturaleza urbanita da por calificar como rata. Corretea por aquí, escarba, corretea por allá, vuelve a escarbar. Yo corro en paralelo a ella, tengo que cumplir mi distancia planeada. ¡Menos mal que soy inmaterial!
Ella intenta trepar la pared para volver a las vías del tren. Pero seguro que no le voy a hacer una camilla-maderitas, ni un coche patrulla para reconducirla a su destino...

Entrenamiento: 6600 metros. 54' 10 ". Muchos º C. 142 ppm media. 166 ppm máxima. Dentro del rango de esfuerzo medio, según traduzco yo los datos del pulsómetro.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Como un canto rodado

Esta necia mosca que se niega a abandonar mi habitación pese a todas mis facilidades e indicaciones, Ese guijarrito obstinado que se esconde en algún recoveco de la suela de mi zapa...


He sacado todas las piedrecitas visibles de ambas zapatillas. He pasado algo punzante por todas las ranuras de las suelas; y sigue sonando.


A cada pisada de mi pie izquierdo (he hecho varios "test de pisada" ;D: derecha, izquierda, derecha, izquierda...., derecha, derecha, derecha..., izquierda, izquierda..., saltitos derecha..., saltitos izquierda..., sin zapatilla derecha... ahí está: es la zapa izquierda.


Y salgo a la calle, hacia el parque, y él viene conmigo, claro: güinnn, güinnn, güinnn. Y como una tiene un problema con el ritmo, y al oir la música de un coche detenido o la que sale de los altavoces de la ciudad en fiestas, no puede evitar acompañarla con sus pasos, que cree que le van a empezar a jalear y hacer corro, que acabará haciendo unas acrobacias de break dance, pues ya le hace el contratiempo: "güinnn, guón, güinnn, guón, güinnn, guón...")


No sé si se habrá inyectado la piedrecita dentro de la suela y cerrado el poro tras de sí.


(Esta tonta morirá de extenuación, lo veo venir...)


Concentrada en unas y descentrada por la otra, caigo en la cuenta de haber visto zapas especiales de montaña y de que las diferencias deben ser importantes. Me pongo a buscar.


Mis persistentes fuentes* me dicen que en el campo se pueden usar las zapas que acostumbras (bueno saberlo para el cross que planeo correr), pero:


El taqueado de las de cross-training-montaña, da mucha más adherencia, protegen más a los pies de impactos, aportan más estabilidad y están pensadas para un mayor aguante.
Un buen taqueado no sólo tracciona, también retiene bien en las bajadas en la se necesita frenar. Hay que fijarse en que los tacos estén espaciados (así el barro no se pega).

La mediasuela es algo mayor y más dura que una zapatilla normal, para evitar que las piedras u otros obstáculos se claven en el pie. Además, todas llevan sistemas de amortiguación para hacer frente a los impactos. Estas zapatillas también son más resistentes por eso son importantes los refuerzos en puntera, laterales y talón. Suelen llevar tejidos como el Gore-tex para ganar impermeabilidad (hay que revisar detalles como la protección de los cordones o que la lengüeta vaya unida al resto de la zapatilla -para evitar que entre agua o tierra mientras corres- y transpiración.

(No, si tendré que hacer una camilla-papel cuando no resista sobrepasar su umbral anaeróbico, y sacarla a la ventana)





Lo que he hecho hoy creo que se pueden llamar miniseries:


5 veces 500 metros ¿en progresión? (3'40"-3'16"-3'18"-3'08"-3'18"), más 1 vez 1000 metros (7'16") (se me han olvidado los 1250 que pretendía), más 1 vez 1500 m (8'55").


De postre, mis "100 metros lisos". ¡¡21 segundos!! (seguimos bajando un pelín) Según me acerco al punto de salida, veo llegar al Entrenador (de otros) (hoy tenía la veintena de entrenados de Agosto copando parte del circuito, así que nos lo hemos repartido -el circuito-). Mentalmente (y mis piernas) titubeaba al empezar por si me daba otro grito de "¡Locaaaa!", pero al par de zancadas me he soltado y he corrido a muerte.

domingo, 29 de julio de 2007

De tripas, corazón

Hoy no hay números.

En lo que llevo corriendo, me he dado cuenta de que es un tema con identidad propia.

Empezaron haciéndose notar brincando en mi cavidad abdominal.
Discurrí que, mejor si, además, esos órganos no estaban ocupados y que era imprescindible no entrenar antes de pasados un par de horas.
Sin embargo, no siempre ha podido ser, y alguna vez, he salido a correr una hora después de haber comido sólo un yogur y una gelatina, que es rica en proteínas.
Por cierto que, desde que esta combinación supone mi postre -sí, trato de encontrar tiempo para comer fruta entre horas- en comidas y cenas, he notado que las articulaciones han dejado de crujirme a cada movimiento como a una abuelilla que bajaba las escaleras en la serie televisiva de Pinocho -os daréis cuenta de que, esa imagen cinemátográfica, es un trauma infantil que arrastro- y sé por qué...

Pero no sólo la ingestión es algo que considerar...
En otro par de ocasiones, he sufrido unos retortijones, que me han hecho aflojar el ritmo o abandonar apresurada (¡mira, un incentivo!) el circuito.


Sólo otra vez, un intenso dolor en los ovarios empezó al poco de acabar. Se lo comenté al médico, cuando me preguntó por mi periodo menstrual. Me explicó -domésticamente- que, cuando el cuerpo no puede recurrir a la grasa para esforzarse más -¿pero, no habíamos quedado en que tengo que quitar grasilla?-, da de baja funciones prescindibles.
(Mujeres y ;P Asociaciones de amigos de la mujer: aquí, información aplicable sobre la regla.)


Y, para acabar, otro suceso interior del que ocuparse: el flato; ese dolor que ronda las costillas. Pues tened información sobre causas y soluciones generales que lo originan y las soluciones especiales para corredores.

Cambiando de tema, como me había fijado en la carrera de Arobes despistada de lo que es un Cross, ayer corrí un par de kilometrillos por tierra. Es un circuito-balancín. Mirando de lejos parece que haya cuesta arriba, pero cuando llegas a ese punto que te pareció empezarías la subida, sigue sintiéndose como cuesta abajo (aunque las ppm suben...). No sé, fenómenos paranormales...

viernes, 27 de julio de 2007

¡Estoy entusiasma-da!

A pocas escribo ayer antes de ir a correr y me hubiera expresado de manera -poco afortunada-: "me voy a..." ;D

Pues nada. Que tenía yo, como vengo teniendo desde que abandoné mi
plan de entrenamiento (y el que luego adopté de mi entrenadora personal que consiste en, palabras textuales, "hacer el bestia"), dudas de última hora sobre cómo, cuánto, cuándo... entrenar.

Me lié con mis hojas impresas sobre métodos continuo extensivo, continuo intensivo, variable, interválico, cuestas, de cargas específicas de competición; aerobia, anaerobia, lactatos... ¡uf!
¡Método espontáneo y al parque!


De camino, decidí que correría al borde (inferior) de mi umbral anaeróbico. Aún no tengo capacidad para correr lo que entiendo por "40x100m. - 20x200m - 15x400m - 10x800m - 6x1000m - 5x2000m -4x3000m - 3x4000", es decir, ¡¡¡62 KM, a cachos!!!
Ni tiempo. ¡Si yo sólo quería entrenar una vez a la semana, y el programa ese que digo, me pone a correr 3 días!

Corrí en progresión durante 1 hora. Como en el entrenamiento anterior, no me asfixié en ningún momento, aunque dudo de poder todavía ponerme a hablar con alguien mientras corro. Bastante tengo con concentrarme en respirar.
Ya, tampoco llega un momento en que me duelan los brazos. Cuestión que me plantearon en la revisión, (me pareció que no venía al caso explicar mi teoría sobre la razón: que, como soy como estibadora portuaria, me pesan mucho los brazos y tengo que cargar con ellos mientras brinco con un resto del cuerpo desentrenado) y me ha hecho recordar tenuemente un comentario sobre síntomas pre-infarto.
Además, esta... velocidad, me permite fijarme en la gente que hay por allí (di que también había mucho ocioso ayer). Flirteos de adolescentes y ancianetes; citas fallidas; entusiastas de la naturaleza que se tumban en la hierba a hacer la bicicleta y a los que me tienta decir que esa es muy mala práctica, que lo he leído yo ahora; cuidadores profesionales -o domadores, no sé- de perros..., y más gente "de videojuego ".

Pues bien. En esa 1 hora de carrera, he recorrido creo que 7500 metros (tengo que meter papel y lápiz en la bolsita tobillera para apuntarlo en cuanto termine de correr, que luego me hago un lio), ésto es 1 km. más que en el mismo tiempo en el entrenamiento anterior.

FC Media 149 (lógico que sea mayor porque de eso se trataba); FC Máxima 160 (ya no me ha sorprendido la grata información de ir bien); 436 Kcal; H-Z 0% 0:00:32; F-Z 25% 0:15:30; P-Z 73% 0:43:59 (*¿será posible que me haya autoexprimido más que cuando he corrido más fuerte aunque por menos tiempo? ¿o es que cuanto más largo es el entreno, más fiables análisis hace la maquinita?)

FC de los siguientes 5 minutos marcha: 155 128 121 120 115 113

Seguido, he esperado calento-estirando (haciendo tiempo) que no hubiera corredores a la vista (Desde que empecé, suele haber un entrenador de grupillos. El otro día, probé, cuando ya le había dejado bien atrás, a ver cuánto duraba si aumentaba mi ritmo a algo presentable, - él nunca corre- En ésto que se oyó desde atrás a lo lejos"¿Pero te has vuelto loca, o quéee?" No sé si fue ése quién dio el grito y por mí...), y con el pulsómetro entre los dedos, hoy también me he lanzado a por los 100 metros lisos. He mejorado también respecto al otro día: 23 segundos en lugar de 25-28 seg. FC Media 125 en vez de 137; MC Máxima 152 en vez de 180; 2 Kcal consumidas en lugar de 3; y HZ 47% 0:00:11, FZ 4% 0:00:01; PZ 21% 0:00:05... (¡para qué voy a divagar!)

Y sí, creía que no había nadie por allí , pero de pronto se me ha materializado -se me mimetizan con el entorno y luego pasa lo que pasa- uno con cara de horror, no sé si por el inminente choque frontal o de miedo por mi integridad física.

Tal vez, debiera plantearme eliminar los últimos 50 metros lisos, que me parece que los hago en movimiento uniformemente decelerado...

La recuperación de este sprint, también, mejora en general, creo: 158, 137, 121, 118, 110, 112

Por supuesto, he terminado con unos estiramientos restauradores.



*Transcribo la parte que interesa del libro de instrucciones de mi pulsómetro (y ahora todos a buscar el vuestro, a ver si es el mismo :P):
"La frecuencia correcta para el entrenamiento
La zona de entrenamiento es la variación de la frecuencia cardíaca en la que se quiere trabajar para un entrenamiento efectivo. Según la medicina deportiva hay 3 zonas de Entrenamiento.

Por favor, anoten que un programa general de entrenamiento no prevalece nunca sobre un programa personal. Un Programa de entrenamiento personal sólo puede ser realizado con la ayuda de un entrenador titulado y que le conozca personalmente.
HZ (Health-Zone) Salud 55-70% de la FC máx.
Objetivo: Fitness para principiantes.
FZ (Fitness-Zone) Fitness
70-80% de la FC máx.
Objetivo: Fitness para practicantes avanzados.
PZ (Performance-Zone) Competición
80-100% de la FC máx.
Objetivo: Entrenamiento de competición para atletas avanzados."

jueves, 26 de julio de 2007

Venimos de http://correoradelamuerte.blogspot.es

Antes de que nos pongan multa por el uso de imitaciones... nos hemos venido al genuino blogspot, o por lo menos al que ofrece más prestaciones.